miércoles, 24 de septiembre de 2008

Nota de opinión por Leandro Querido.

El futuro de la democracia es la Comuna.

Uno de los hitos políticos de la historia de la humanidad, quizá el más trascendente, haya sido la revolución francesa. Es allí en donde la política moderna encuentra su origen. Una consigna fue reclamada con una fuerza desmedida que aún recorre el mundo entero en pos de un cambio democrático: Libertad, Igualdad, y Fraternidad. Se suele omitir, sin embargo, una cuarta que también presenta mucha vigencia: la vindicación del poder municipal. Es así que podemos decir que la historia administrativa moderna comienza en 1.789, a partir del enfrentamiento de los demócratas contra el Estado absolutista.
En la actualidad, luego de 219 años, atravesamos una época caracterizada por la denominada globalización en donde los Estados nación parecen solo preocuparse por ofrecerles ventajas competitivas a los sectores concentrados de la economía mundial y es así como una rutina de la expoliación mella los derechos de la ciudadanía. Podemos pensar que así como a fines del siglo XVIII había todavía Estados Absolutistas hoy nos encontramos con Discursos Absolutistas. Como consecuencia de ello la reforma de los 90, antidemocrática y privatista, instauró la lógica de la soberanía del consumidor en detrimento de la soberanía del ciudadano. La Ciudad de Buenos Aires como toda la Argentina se transformó en una inmensa góndola en donde solo tenían acceso algunos pocos. La mitad de la población de nuestro país es pobre, han dejado de ser ciudadanos, como así también consumidores.
Es aquí cuando se produce la denominada crisis de representación. Los ciudadanos que se resisten a perder esta condición parecen preguntarse ¿como confiar en las instituciones centrales cuando estas deterioran mi calidad de vida? A modo de respuesta vuelve a emerger un sentimiento de localidad, que es en definitiva el que se encarna en la lucha por la descentralización. Esta vez la ciudadanía enfrenta a un Estado excesivamente burocratizado, en cuya agenda solo se encuentran los reclamos de los sectores corporativos tradicionales. Incapaz de dar respuesta a esta nueva sociedad El Estado central impone ejes ficcionales y se pasan los años intentando resolver uno o dos temas. En este escenario asfixiante la descentralización debe ser el motor de la tan necesaria reforma política. Una reforma que sea democrática y participativa, que incorpore a los ciudadanos en los procesos de toma de decisión, que amplíe el terreno de los derechos y las libertades de los sectores sociales desplazados, que pueda dar respuesta al problema de la exclusión, que otorgue un mayor control popular y que en definitiva transforme y mejore al gobierno central a partir del fortalecimiento de los futuros gobiernos comunales. No resulta exagerado sostener que el futuro de la democracia depende necesariamente de la profundización del proceso de descentralización ya que como sostenía Tocqueville solo “en las comunas reside la fuerza de los pueblos libres”.





Leandro Querido.


Fue Director General del CGP13 entre el 2000 y el 2002.


Impulsor del Presupuesto Participativo en la Ciudad.

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