martes, 16 de septiembre de 2008

BOLIVIA


La Hora de Bolivia.

Bolivia es tan de los argentinos, como la Argentina es de los bolivianos.
Los límites políticos que marcan nuestras fronteras no existen cuando se trata de delimitar nuestros recíprocos sentimientos de confraternidad.
En política las casualidades no existen; el inicio de la revolución contra el dominio español en el Río de la Plata se produjo como todos sabemos un 25 de mayo de 1810; ese día se cumplía un año exacto del trascendente levantamiento de Chuquisaca que marcó a fuego la suerte del imperio español en la región.
Mariano Moreno, el más recordado revolucionario de nuestro país, había cursado sus estudios de abogado en la famosa casa de estudios de esa localidad y no consideraba ese territorio como ajeno; lo mismo puede decirse de Cornelio Saavedra que, de hecho, había nacido en el Alto Perú.
A ninguno de los criollos que estaban impulsando este proceso revolucionario les resultó extraño que la primera Junta de Gobierno decidiera conformar un ejército y que su primera misión fuera la de dirigirse al territorio de la Bolivia actual para extender la lucha emancipatoria.
Juan José Castelli tradujo el Acta de Mayo al quichua y al aymará y cerca de La Paz, en Tiahuanaco que tanto se entrelaza con el origen del legado incaico, realizó una emotiva ceremonia con las comunidades indígenas.
Más tarde, cuando soplaban vientos amenazantes desde el viejo continente, Manuel Belgrano y José de San Martín imaginaron una monarquía incaica para fortalecer los vínculos políticos, sociales y culturales de la región y así evitar su fragmentación.
Bolivia es la expresión más representativa de la balcanización; fue la región más rica, la que posibilitó, como lo afirmará Carlos Marx, la revolución industrial en Europa. Su expoliación dio lugar a la tan mentada acumulación originaria de capitales, estos, luego de pasar por una España que atrasaba, iban a parar a manos de Inglaterra y la banca de la época.
Como lo sostiene Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, en el momento de auge del cerro de Potosí residía más gente en aquella nueva Babilonia que en Madrid y Paris.
Luego, a fines del siglo XIX y durante todo el siglo XX Bolivia fue devorada por las naciones emergentes de la región. Perdió gran parte de sus territorios a manos de Chile, Brasil, Paraguay y nuestro país.
Entre drama y drama siempre aparece algún interregno de paz y así sucedió cuando luego de volver de su exilio en la Argentina Víctor Paz Estenssoro emprendió el camino de la reparación histórica y en 1952 su gobierno nacionalista tomó una serie de medidas tendientes a distribuir la tierra y a garantizar la universalidad del voto.
El tiempo vuela y más cerca de nuestros días debemos resaltar los sucesos ocurridos en el Chaparé cuando el movimiento social organizado emprendió una lucha sin cuartel contra los gobiernos neoliberales. En Cochabamba los aymarás comienzan sus bloqueos, a la guerra del agua en el 2000 se le suma la guerra del gas (2003-2005).
En esta descomunal resistencia emerge el actual presidente de Bolivia Evo Morales. Su presencia en la escena no le debe nada al marketing propio de las nuevas campañas políticas a las que estamos acostumbrados en este continente.
Se presenta con su partido el MAS en las elecciones del 2002 y obtiene un segundo puesto con el 19% de los votos. En las elecciones presidenciales de diciembre de 2005 alcanza el 54%, por primera vez en la historia de este fragmentado país un presidente alcanza la mayoría absoluta. Pero su techo electoral todavía estaba lejos ya que hace pocos días y en el marco de un referendo revocatorio, al que él mismo se sometió, su caudal electoral trepó al 64%.
¿Qué porcentaje tiene que alcanzar un presidente para poder gobernar en paz?
La oposición desconoce el veredicto popular. Esta se concentra en la zona rica y vinculada “al mundo”, en Santa Cruz de la Sierra y sus satélites, ejerciendo un poder de veto desproporcionado que amenaza al sistema democrático en su conjunto. Sin ir muy lejos el cruceño Hugo Banzer representó los intereses de esta región y derrocó en 1971 al gobierno nacionalista de Juan José Torre. Santa Cruz de la Sierra cree que sus derechos políticos tienen un status superior al resto de la Bolivia pobre. El 47% de la inversión extranjera se concentra allí, y en un acto sumamente condenable el embajador de Estados Unidos no lo es ante Bolivia sino ante esta localidad que produce el 52% de las exportaciones y genera el 62% de las divisas.
Bolivia debe dejar de ser considerada como un botín. Es una nación que debe ser respetada y que cuenta con un gobierno democrático, con legitimidad suficiente para poder llevar adelante los cambios que crea necesarios.
La historia de Bolivia debe dejar de ser la historia de un saqueo que explica, por ejemplo, que un millón de bolivianos vivan en nuestro país lejos de la tierra que los vio nacer.
Por último debemos resaltar el papel de los presidentes de la región que han actuado rápida y enérgicamente ante este atropello de ciertos sectores, que al igual que los viejos conquistadores, entienden la secesión de Bolivia como un gran negocio.
Los partidos políticos democráticos y populares de América del Sur no debemos actuar con indiferencia ante estas situaciones desestablizadoras, condenando a los sectores que no aceptan el mandato conferido por la voluntad popular.
Nuestro partido la Unión Cívica Radical es un partido que ha luchado siempre por la unidad latinoamericana y por la autodeterminación de los pueblos. El pueblo de Bolivia ha emprendido un camino de liberación justo y necesario que debe ser respetado.

Leandro Querido.
Vicepresidente de la Convención de la
Unión Cívica Radical de la Ciudad de Buenos Aires.

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