La Reforma Política en el genoma K
Leandro QueridoPolitólogo UBA.
Artículo publicado en AGENCIA COMUNAS, El Parlametario y en el periódico La Palabra de Río Negro.
Dime que proyecto de reforma política promueves y te diré quien eres; esta particular versión de la célebre frase popular es muy pertinente para los tiempos que corren. En el Congreso los bloques opositores han conformado el Foro por la Reforma Política con la intención de tomar posición en torno a este tema que afecta quizá más que ningún otro a los ciudadanos, pues una reforma en el sistema electoral puede potenciar la condición de ciudadano o sepultarla y convertir a los habitantes de una nación en súbditos indefensos ante un Estado que los controla. En definitiva una reforma política delimita las fronteras de la relación entre gobernantes y gobernados, si ese límite se corre a favor de los que gobiernan los derechos políticos de los ciudadanos se diluyen. Si por el contrario esa frontera se mueve a favor de los gobernados las distancias entre ambos se reducen y los sistemas apuntan más que a controlar a desplegar el potencial de los individuos a partir del ejercicio ciudadano. En este sentido son elocuentes las observaciones que en su época hizo Jean Jaques Rousseau: “el pueblo inglés piensa que es libre y mucho se engaña, pues sólo lo es durante la elección (…) una vez electos (los representantes), él vuelve a ser esclavo, no es nada”. Para el ginebrino la ciudadanía se ejercía solo al momento de sufragar, de allí la existencia de una corriente política que promueve acciones tendientes a recrear más instancias electorales y participativas. Sin embargo, ahora vemos que no basta con la realización de elecciones, estas pueden ser solemnes simulacros al solo efecto de seleccionar a los que están “destinados” a representar; aquí no hay electores eligiendo representantes sino representantes haciéndose elegir por electores, que no es lo mismo.
Bien, si nos trasladamos a la experiencia reciente de nuestro país encontramos elementos que no pueden ser soslayados a la hora de abordar la reforma política. En esta materia, los antecedentes del gobierno provincial de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner son negativos de modo categórico.
En el año 1998 Néstor Kirchner transitaba por su segundo mandato como gobernador y con la intención de alcanzar un tercero llevó adelante dos acciones concretas: forzó una reforma constitucional que tensó el orden político y legal que le permita su reelección y por intermedio de una ingeniería política sumamente enrevesada implantó un nuevo sistema electoral basado en un sistema mixto con lemas (un sistema proporcional pero mayoritario en la práctica) cuyo propósito era eliminar a la oposición.
Así de claro: todo modelo hegemónico que se precie de tal debe acabar con la idea de alternancia en el poder; va de suyo entonces el cumplimiento de este necesario doble objetivo: reelección indefinida y destrucción de la oposición.
La pregunta de ¿cómo destruir a la oposición y no morir en el intento? tiene su respuesta en el “éxito” del proyecto consagrado: diluir el caudal de votos en el distrito Río Gallegos, el más poblado y el menos susceptible al clientelismo, y la prebenda oficial. Allí se encuentra el 37% del padrón provincial y la fortaleza de la oposición representada por la UCR; en efecto, se impuso la elección de un diputado por cada uno de los 14 distritos electorales de la provincia y con 10 elegidos por distrito único.
Para demostrar las enormes distorsiones de este sistema no hay que hurgar demasiado:
• Si tomamos los datos de las últimas elecciones de 2007 notamos que para consagrar al legislador provincial por el distrito de Hipólito Yrigoyen le bastaron al oficialismo (Frente para la Victoria) 727 votos; en cambio, para consagrar al de Río Gallegos se necesitaron 18.240 votos. La UCR en ese distrito (por intermedio del Frente Cambiemos para Crecer) obtuvo 11.487 votos (31%) y ningún legislador.
• Con la sobre-representación de los distritos pequeños el oficialismo obtiene 13 legisladores de 14 (es decir el 93%) excluyendo del juego político a la oposición en dos sentidos: por un lado, no hay representación de las minorías en los distritos, por ejemplo en el distrito Puerto San Julián la oposición obtiene un 32% y ninguna representación en la legislatura provincial. Por el otro, se consagra una amplia mayoría oficial en la legislatura provincial para atenuar el impacto del electorado históricamente adverso como es el de Río Gallegos.
• En este sentido, si analizamos la composición total de esta Cámara de Diputados provincial unicameral (es decir, sumando los 10 por distrito único) los datos no son más alentadores: de 24 solo 4 son de la oposición.
• Desde el punto de vista del comportamiento electoral, estos sistemas condicionan al elector dado que al votar muchos optan por el lema oficial “menos malo” ya que en esas condiciones votar a la oposición es un voto inservible debido a la no representación de las minorías (otro recurso condicionante fue la unificación de las elecciones provinciales con las nacionales, en el 2007 se votaron cargos provinciales en simultáneo con las elecciones presidenciales que llevaban a Cristina Fernández de Kirchner de candidata a la presidencia de la Nación, lo que provocó un efecto de tracción importante).
• El sistema electoral de Santa Cruz está en la antípodas de lo que se entiende por “representación espejo”, es decir si una lista obtiene el 30% corresponde que se haga del 30% de los cargos en juego. Un sistema desproporcional es el que presenta un nivel elevado de distorsión entre el porcentaje obtenido y las bancas obtenidas. Los resultados de la aplicación de este sistema muestra cifras, en este sentido, inapelables: mientras en 1997, las últimas elecciones antes de la reforma electoral la oposición obtuvo un 32% de los votos llevándose el 33% de las bancas en 1999; ya comenzaba a marcarse un cambio de tendencia: el oficialismo con el 51% de los votos obtuvo el 66,6% de las bancas y la oposición con el 46% obtuvo el 33% de las bancas.
• Por último, vemos que se insiste con el polémico recurso de los lemas; mediante su aplicación este sistema le absorbe al ciudadano su soberanía y termina votando por él debido a que se desglosa el proceso electoral al sumarse en una segunda instancia los votos de los diferentes sublemas, inclusive puede terminar votando a un candidato en contra de su propia voluntad.
Se asoman los tiempos del debate acerca de la reforma política, todas las partes elevarán sus propuestas, a algunas de ellas tendremos que sacarle el perfume y ver realmente de donde vienen. En definitiva, queda claro que la vocación hegemónica está en el genoma K y como vemos en la moraleja que deja la fábula del escorpión y la rana es muy difícil modificar la naturaleza de los caracteres, aunque sepan que se hundirán con ellos.